En esta balada, escrita en 1932, Brecht dispara contra la represión estamental y la dominación burguesa, valiéndose para ello de una ironía y un cinismo enérgicos, excelentes.
Brecht, poeta y dramaturgo, inconformista desde la infancia, nos desvela, por si aún falta hiciera, que «la mugre de este mundo de maldades» no sería posible sin nuestro cotidiano y resignado consentimiento.