Tras la muerte de su tía, la narradora afronta la penosa tarea de vaciar un apartamento repleto de fotografías descoloridas, de viejas postales, cartas, diarios íntimos e infinidad de recuerdos: el rastro de una vida, el repositorio de un siglo de existencia en Rusia. Stepánova firma un texto de extraordinario valor literario. Un libro sutil, inteligente y bello, impregnado de la delicadeza de la buena poesía.