La obra maestra de Józef Wittlin, que se lee, gracias a su sugerente tono irónico, como un singular alegato contra la guerra y un hermoso homenaje a la grandeza de la gente humilde, debía formar parte de una trilogía, que el autor no llegó a concluir; al parecer, la maleta que contenía los borradores se perdió por el exceso de celo de un soldado francés al inicio de la Segunda Guerra Mundial.